Aunque el más comentado suele ser el vestido de la novia, ellos también pueden jugar con los colores, con los tejidos y el corte de su traje siempre que no se salgan del protocolo. Ahora que ha llegado el otoño es el momento de dar un toque de color a la boda y salir de los aburridos todos grises y oscuros que se ven en las ceremonias tradicionales. Una buena forma de que el novio se salga del protocolo, sin llegar a resultar demasiado estridente, es utilizar un chalequillo de color.
Aunque el protocolo más estricto dicta que el chaleco debe ser del mismo color del traje, hoy en día los novios optan por una opción distinta y eligen chalecos de color para que destaque un poco sobre el resto de su vestimenta. Los más habituales suelen ser tonos pastel como beige, vainilla o azul celeste. Sin embargo, ahora que estamos en pleno otoño podemos permitirnos otros tonos como los marrones o los burdeos, más acordes con esta época del año. Si la novia lleva algún toque de color podemos intentar llevarlo a juego siempre que no desentone demasiado con el resto del traje.
Los estampados también están a la orden del día, aunque hay que tener cuidado con ellos. Una trama demasiado llamativa podría arruinar el traje o, lo que es peor, hacer que el chaleco se convierta en el protagonista de la velada. Por eso, en estos casos lo mejor es apostar por los tonos clásicos para no cometer errores.
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